lunes, 8 de febrero de 2010

La revolución mundial (parte I)

Fuente: Historia del siglo XX (Eric Hobsbawm)

El el siglo XX la revolución se presenta como hija de la guerra, lo mismo la revolución rusa del '17 que la revolución como constante mundial en la historia del siglo. Esta relación causal no es necesaria y por mucho tiempo se creyó lo contrario. Así Napoleón I se lamentaba de que, mientras el emperador de Austria y el rey de Prusia sobrevivían al desastre militar, él, hijo de la revolución, estaba a las puertas de su primera derrota. Sin embargo, el peso de la guerra total sobre los estados es abrumador en el siglo XX y su fin desencadena agitación, excepto en los Estados Unidos, que se ven fortalecidos por el conflicto.

Las repercusiones de la revolución de octubre -"los diez días que estremecieron al mundo"- fueron más profundas y generales que las de la revolución francesa, sus consecuencias prácticas más perdurables y extensas. Dio origen al movimiento revolucionario de mayor alcance en la historia moderna: unas décadas despues de la revolución un tercio de la humanidad vivía bajo regímenes derivados de ella. Además, estableció pautas para las revoluciones posteriores.

La revolución de octubre se vio a sí misma como un acontecimiento de índole ecuménica más que nacional. A los ojos de Lenin se trataba de una batalla en una campaña universal. Durante una gran parte del siglo XX el comunismo soviético pretendió ser un sistema alternativo y superior al capitalismo, destinado históricamente a superarlo. A medida que avanzaba el siglo, esa imágen del enfrentamiento mundial entre dos sistemas sociales antagónicos, cada uno al amparo de una superpotencia, fue haciéndose cada vez mas irreal.

Desde 1870 la Rusia zarista estaba madura para la revolución, como quedó incuestionablemente demostrado por los eventos de 1905. El incompetente régimen zarista se encontraba al borde de la derrota militar y acosado por el creciente descontento social. Pero esta revolución no podía ser socialista, pues se trataba de un país abrumadoramente agrario con un proletariado industrial minúsculo. Y tampoco podía ser estrictamente burguesa, pues la clase media liberal era débil, sin apoyo público ni representación política (su partido, los cadetes, solo poseía el 2.5 % de los diputados). En consecuencia, solo cabían dos posibilidades: o se implantaba un régimen burgués-liberal con el levantamiento campesino-obrero bajo la dirección de los partidos revolucionarios, o se iba más allá de la fase liberal-burguesa hacia una "revolución permanente" radicalizada con la condición de que la revolución se difundiera hacia otros lugares.

Esta difusión parecía entonces factible porque en los países derrotados (Bulgaria e imperios alemán, austrohúngaro y otomano) la guerra concluyó en medio de una crisis política generalizada que derrocó a los gobernantes, entretanto los países vencedores se vieron sacudidos por disturbios sociales de dimensión casi revolucionaria. Asimismo, ante la matanza interminable e inútil, la exaltación inicial del patriotismo había ido dando lugar a un sentimiento antibelicista, que fue encarnado políticamente por los socialistas y la militancia radicalizada del movimiento obrero de las industrias de armamentos y bases navales. Así se mezclaron progresivamente los deseos de paz y de revolución social, como expresan las cartas de las tropas supervisadas por los censores austrohúngaros.

El régimen zarista sucumbió cuando una manifestación de mujeres trabajadoras que celebraba el día internacional de la mujer (1) se sumó a la huelga de la metalúrgica Putilov para desencadenar una huelga general y la invasión del centro de la capital, cruzando el río helado (2) con el objetivo fundamental de pedir pan. Las tropas del zar se negaron a atacar a la multitud y, finalmente, se amotinaron. El zar abdicó para ser sustituído por un gobierno provisional que gozó de la simpatía de los aliados, temerosos de que el desesperado régimen zarista firmara una paz por separado con Alemania.

Junto al gobierno provisional existía una multitud de consejos populares (soviets) con poder de veto en la vida local, pero aún sin una dirección política definida. Las exigencias básicas de los sectores populares eran: pan para los sectores pobres urbanos, aumento de salario y reducción de la jornada laboral para los obreros, tierra para los campesinos (que constituían el 80% de la población). Amén de que todos coincidían en el deseo de que concluyera la guerra, o al menos los malos tratos y dureza del ejército. Los partidos revolucionarios intentaron integrarse a estas asambleas para coordinarlas, aunque en un principio sólo Lenin las consideraba como una alternativa al gobierno. El lema "pan, paz y tierra" suscitó cada vez más apoyo para quienes lo propugnaban, especialmente los bolcheviques de Lenin, cuyo número creció de unos pocos miles a centenares de miles en cuestión de meses, con el único activo real de su conocimiento de las aspiraciones de las masas. Por el contrario, el gobierno provisional pronto intentó restablecer la disciplina laboral, radicalizando la postura obrera; e insitió en iniciar una nueva ofensiva militar, a lo cual el ejército se negó, regresando los soldados-campesinos a sus aldeas y difundiendo la revolución a lo largo de las vías del ferrocarril que los llevaba de regreso. El campesinado apoyaba claramente a los narodniks, cuya ala izquierda más radical se aproximó a los bolcheviques, que a su vez se afianzaban en las principales ciudades (Moscú, Petrogrado) y se implantaban en el ejército. No necesitaron tomar el poder sino simplemente ocuparlo, se ha dicho que el número de heridos fue mayor durante el rodaje de la película Octubre de Eisenstein que en el momento de la ocupación real del Palacio de Invierno.

Lenin se hacía dos preguntas. En primer lugar, ¿cuándo debía tomar el poder? La contrarrevolución militar ya comenzaba, el gobierno desesperado podía decidir entregar Petrogrado al próximo ejército alemán en lugar de a los soviets, podía desencadenarse una anarquía "más fuerte de lo que somos nosotros". Finalmente, las masas exigían la toma del poder y el bolchevique era el único partido revolucionario preparado para hacerlo. Si no lo hacía durante el breve espacio de tiempo en que estaría a su alcance, el poder podría escapársele definitivamente de las manos.

En segundo lugar, ¿cómo conservar el poder? El programa de Lenin suponía apostar por la mutación de la revolución rusa en una revolución mundial, o al menos europea. Entretanto la única realidad, la tarea principal de los bolcheviques, consistía en mantenerse como fuera posible, en escoger día a día entre las opciones que le pudieran asegurar la supervivencia. Y el régimen se mantuvo. Sobrevivió a la dura paz impuesta por Alemania que supuso la perdida de Polonia, Ucrania, Transcaucasia y extensos territorios del suroeste ruso (Ucrania y Transcaucasia serían recuperadas). Sobrevivió al hambre y al hundimiento económico. A los ejércitos contrarrevolucionarios "blancos", financiados por los aliados, que enviaron a suelo ruso tropas británicas, francesas, norteamericanas, japonesas, polacas, servias, griegas y rumanas. Pero la incompetencia y la división reinaron entre las fuerzas blancas, incapaces de ganar el apoyo del campesinado ruso y de organizar efectivamente a esos soldados levantiscos contra los bolcheviques. Hacia 1920 se había consumado la victoria del ejército rojo en la guerra civil.

La revolución sobrevivió por tres razones principales. Primero, porque contaba con un partido extraordinariamente centralizado y disciplinado, un modelo organizativo defendido por Lenin desde 1902, que adoptarían casi todos los regímenes revolucionarios del siglo XX. Segundo, porque venía a ser el único gobierno que podía y quería mantener a Rusia unida como Estado, lo que le valía el apoyo de los patriotas de la oficialidad (hostiles en otros aspectos) que permitieron organizar el ejército rojo. Tercero, porque la revolución permitió al campesinado tomar la tierra, tras lo que estimó que sus chances de conservarla serían mayores con los bolcheviques que con la nobleza (fueron demasiado optimistas).

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(1) 23 de febrero según el calendario juliano vigente entonces en Rusia, 8 de marzo según nuestro calendario gregoriano. La revolución de febrero ocurrió realmente en marzo, y la revolución de octubre, el 7 de noviembre. Fue la revolución de octubre la que reformó el calendario ruso.

(2) El centro de Petrogrado que comprende las sedes de las instituciones del gobierno y del estado así como zonas residenciales y comerciales de mayor nivel económico, está separado de los distritos obreros, industriales y de menor importancia económica, por el río Neva y una serie de canales que sirven como barrera natural. La única forma de acceder es a través de los puentes ubicados en distintos puntos. Son puentes levadizos que las fuerzas de seguridad levantan para contener a las turbas o revueltas.